Lectura “estética”:
el adulto les lee a los niños para compartir, no para enseñarles nada y mucho menos para evaluarlos. La lectura “estética” es la puerta de acceso al mundo de lo escrito, al ser la única capaz de promover la imaginación y la abstracción, y enriquecer el pensamiento.
Cuando un lector aborda cualquier material escrito, ya sean las instrucciones de un manual, un ensayo filosófico, una reseña periodística, un articulo científico, un texto de química o de física, una poesía o una carta de amor, un cuento o una novela, puede adoptar una de dos posturas radicalmente diferentes, que pueden ubicarse en los dos extremos de un continuum: la postura “estética” y la postura “eferente”.
Cuando un lector aborda el texto con una disposición de espíritu totalmente abierta, yendo al encuentro de lo que pudiera satisfacerle o interesarle, sin intención alguna de aprender nada en particular, y mucho menos obligado por la necesidad de recordar determinadas cosas para repetirlas más tarde, como es el caso de la lectura que se hace para rendir un examen, podemos decir, de acuerdo con Louise Rosenblatt, que adopta una postura “estética”. Por el contrario, cuando lee con el propósito definido de obtener una información, decimos que el lector adopta una postura “eferente”. Tanto el producto como las implicaciones de una u otra postura son totalmente diferente
0 comentarios:
Publicar un comentario